Participación del filósofo Darío Sztajnszrajber en el debate
sobre los proyectos de ley de despenalización y legalización del aborto en el
Congreso, ante los plenarios de las comisiones que deben decidir que el tema
pase a la Cámara de Diputados para su tratamiento efectivo.
Cuando
estudié filosofía en la Facultad di con un libro de un pensador norteamericano
cercano a la tradición liberal llamado John Rawls, un libro denominado Justicia
como imparcialidad y el subtítulo decía Política, no
metafísica. Siempre me resultó intrigante la segunda palabra del título.
¿Qué significa la expresión política, no metafísica? ¿Y qué significa en
relación a la justicia de una sociedad? Significa que para ciertas cuestiones
que atañen a la vida social en común, y sobre todo a las inequidades o
desigualdades del orden social, no sirve discutir posiciones metafísicas, ya
que nunca nos vamos a poner de acuerdo.
¿Qué
es una posición metafísica? Metafísica es una palabra que viene del griego y
que quiere decir “aquello que está más allá de la física”, o sea de la
naturaleza. La metafísica es una concepción de las cosas que excede toda
posibilidad de comprobación última, y que por ello termina siempre
autojustificándose a sí misma. Por eso nunca podría haber acuerdo entre
posturas metafísicas, por ejemplo jamás podría haber acuerdo entre un creyente
y un ateo en temas como la existencia de Dios o la existencia del alma o el
origen del universo.
Pero
para peor, tampoco podría haber acuerdo sobre criterios que posibilitaron un
acuerdo. ¿Qué quiero decir? La discusión entre un ateo y un creyendo no se
dirime sacándole una fotografía a Dios o llevando a un médico a que revise la
espalda de los ángeles. Es clarísimo el ejemplo del juicio de Galileo, cuando
el cardenal lo interroga y le saca el telescopio con el que Galileo pretendía
probar sus teorías y mirándolo a los ojos y con el telescopio en la mano le
dice: “¿Usted me va a decir que hay más verdad en este pedazo de lata que en la
palabra de Dios?”. Cómo ponernos de acuerdo si ni siquiera hay acuerdo acerca
de lo que es un acuerdo. Hasta incluso me atrevo a decir que hay ciertas
posiciones científicas, o más bien cientificistas, que también suponen oculta
una metafísica. De hecho la misma experiencia empírica, esto es lo que vemos
con nuestros ojos de modo inobjetable, supone confiar, la palabra confianza
tiene en su raíz la palabra fe, en la transparencia de los sentidos. ¿Por qué
admito en última instancia que lo que veo es lo que veo y que mis ojos acceden
a la realidad tal como es? Esta falta de acuerdo se manifiesta en éste debate
con la polémica acerca del origen de la vida.
¿Cuándo
comienza la vida? ¿Cuándo se trata de una persona? ¿Cuánto abarca la vida? ¿Hay
vidas más importantes que otras? Cada posición va construyendo una red de
conceptos asociados y siempre termina justificando lo que previamente quería demostrar.
No estamos hablando de otra cosa que de la post verdad. Por eso creo que el
debate sobre el origen de la vida es un debate que no vale la pena dar. Que no
vale la pena priorizar frente a las urgencias que día a día nos depara la
existencia social del aborto. Creo que es mejor no discutir metafísica para
dirimir cuestiones públicas. Dejemos las discusiones metafísicas, que son
buenísimas para nuestra formación existencial, para la elección que
hacemos de nuestra vida privada, para definir con quién queremos forjar
amistades, pero para construir el orden social y convivir con la diferencia del
otro, hagamos política, saquemos a la verdad de la cuestión pública, pongámosla
entre paréntesis. En nombre de la verdad se han cometido los más grandes exterminios
de la historia. No pueden convivir nunca la Democracia y los absolutos, no
pueden convivir nunca la Democracia y la Verdad.
Es
que si hay una verdad y alguien cree poseerla, entonces al otro se lo ningunea,
se le quita entidad y automáticamente se lo convierte en un enemigo, en un
ignorante o en un asesino. El aborto es una cuestión política. Hablemos de
política.
Nuestra
sociedad tiene que hacerse cargo de las desigualdades sociales que condenan a
muchísimas mujeres en situación de desventaja social a la práctica de abortos
en condiciones infrahumanas. Cada mujer que se desangra por falta de acceso
exige que el Estado intervenga. Política, no metafísica.
Nuestra
sociedad tiene que hacerse cargo de acompañar el proceso de emancipación del
cuerpo de la mujer históricamente sojuzgado y naturalizada su expropiación. La
naturalización del cuerpo de la mujer como receptáculo reproductor la ha
condenado a la desapropiación de su propia autonomía. Una mujer que no decide
sobre su cuerpo, es una ciudadana de segunda. Política, no metafísica.
Nuestra
sociedad tiene que hacerse cargo de garantizar que cada cual pueda desarrollar
en su vida privada la concepción metafísica que desee. Lo único que debe
resguardar la ley es que nadie imponga su propia concepción como razón de
Estado. Cualquier cosmovisión metafísica puede ser para quien la profese muy
beneficiosa en la formación del sentido de las personas, pero se vuelve
autoritaria cuando se pretende norma universal.
Si
se promulgase esta ley de interrupción voluntaria del embarazo, nadie te va a
obligar a vos a que abortes. No sigas vos obligando a muchísimas mujeres a no
decidir por sí mismas. Política, no metafísica. El aborto es una cuestión
política: hagámonos cargo.
Participación de la historiadora Dora Barrancos en el debate
sobre los proyectos de ley de despenalización y legalización del aborto en el
Congreso, ante los plenarios de las comisiones que deben decidir que el tema
pase a la Cámara de Diputados para su tratamiento efectivo.
Muchísimas
gracias por esta oportunidad que es inédita, única e histórica. Quiero
reconocer todos los esfuerzos, antecedentes a la Campaña y la Campaña. Como
ustedes ven cargo muchísimos años, muchísimas luchas y muchísimas expectativas
en este momento histórico en el que por fin nuestro parlamento va a debatir la
despenalización y la legalización del aborto.
Tengo
vicios de historiadora y por lo tanto quiero comentarles que nuestro país se
situó en América Latina como uno de los más aventajados en materia de
transición demográfica. La transición demográfica, como sabemos, es un fenómeno
que supone una baja de mortalidad de la población y una baja de fecundidad de
la población. La Argentina, desde fines del siglo XIX, restringió el número de
nacimientos a raíz de procesos de transformación intensos: la inmigración
ultramarina, las expectativas de vida de nuestras abuelas, abuelos, bisabuelas
y bisabuelos, que emprendieron un nuevo camino en este lugar, y es conocida la
restricción de nacimientos que primero tuvieron las españolas y después las
italianas.
Ahora
bien, es inimaginable el trayecto de la transición demográfica en Argentina
(Francia también es un país pionero, sin la intervención, para interrumpir
gestaciones). ¿Ustedes se imaginan en 1910, 1920, cuál era la falibilidad de
las técnicas anticonceptivas? Quiero recordarles que el más usado de los
métodos era el coitus interruptus y que, por lo tanto, esa técnica ha brindado
una enorme cantidad de niñas y niños en este país. De modo que es imposible
pensar el fenómeno de la transición demográfica sin la intervención de
parteras, de obstetras y demás. Yo he trabajado esta cuestión y los invito a
nuestras y nuestros representantes a ver inclusive la cierta inocencia con que
nuestras obstétricas en 1910, 1920 emitían avisos en los diarios en la que se
dice “partera muy especializada Turin, se hacen trab. Esp. y se da pensión”.
Quiero
decirles que es, en efecto, clarísimo, que nuestro país ha gozado en sombras de
una larga legitimidad del aborto y que contradice esa larga legitimidad social
del aborto con las formas de la punición que subsistieron aún con la reforma de
1921. Lo cierto es que más allá del impedimento legal y de las circunstancias,
es clarísimo también reconocer en nuestra sociedad una auténtica diferencia de
clases que ha dividido a las mujeres, que ha subrayado la tremenda división de
clases porque efectivamente para las clases medias, para las mujeres de las
clases medias y de las clases más altas de esta sociedad, el aborto se hizo con
todas las garantías sanitarias y que para nuestras mujeres de los sectores
populares es evidente que existió una forma alarbada, ominosa, de pena de
muerte porque han pagado con sus vidas esas decisiones.
Pero
quisiera decir que me encuentro entre quienes defienden el aborto legal para
afirmar el derecho al disfrute sexual separándolo absolutamente de la
reproducción. Es un derecho humano fundamental que tiene que sernos dado a las
mujeres. Por lo tanto, yo sostengo que debe dársenos esa prerrogativa para igualar
las condiciones del ejercicio de la sexualidad diferencial entre varones y
mujeres. El sexo, yo estoy segura de que los varones conocen muy bien, no
embaraza a los hombres. A menos, obviamente, que se trate de una modificación
anatómica y en el caso de personas transgéneras. Pero el embarazo, cambia de
cuajo la vida de cualquier mujer y la cambia desde el momento mismo del
intercambio sexual, ya que basta situarse en la experiencia de toda mujer, de
cualquier mujer en edad de fecundar para comprender que el coito no puede
liberarse de la sombra del embarazo aunque se tomen responsablemente todas las
medidas.
Una
noción por tanto elemental de soberanía de nuestros cuerpos impone que los
Estados modernos avancen en esta legalización. Yo quisiera decirles finalmente
que insisto en sostener el aborto, su despenalización, como una contribución
fundamental entonces para la vida de las menos protegidas, de las excluidas,
pero lo hago igual enfáticamente en nombre de nuestros derechos fundamentales.
El
embarazo es generalmente una contingencia, no puede convertirse en una
fatalidad por lo tanto insto a todas y todos nuestros representantes a pensar,
a reflexionar, a cambiar de opinión a la luz de todo lo que hemos dicho.
Felicito a los varones que estuvieron en este momento; una ruptura
extraordinaria de las fauces del patriarcado acabamos de ver. Y creo entonces,
para terminar, que ustedes con ese voto, legalizando y despenalizando el
aborto, van a aumentar extraordinariamente, entonces sí, la vida digna de ser
vivida de las mujeres y van a incrementar esencialmente con este nuevo derecho
una vida mucho más justa, más equitativa y más democrática.
Una semana antes del 4 de
abril de 1992 fui al consultorio privado de un médico
conocido por ser el jefe de obstetricia de
un reconocido hospital público. Él me dio las recomendaciones y yo le di la plata. Una semana más tarde fui con mi mamá y mi hermana a
su departamento de Santa Fe y Azcuénaga, donde realizaba las intervenciones. Era interno,
totalmente oscuro, nos sentamos a esperar en el living mi mamá, mi hermana y
yo. Al rato salió una chica de unos 15 años con su mamá. Luego, una mujer con
un ambo verde apareció y dijo mi nombre. Me despedí de mi mamá y mi hermana.
[…]
Me prepararon en una habitación que al mismo tiempo contenía otra puerta que
comunicaba con el quirófano.
El quirófano era la cocina, esas cocinas grandes de los departamentos de
antaño. Lo único que había en el espacio era una camilla ginecológica. “Esto va a ser muy rápido, quedate
tranquila”, me dijo el médico. Aparecí al rato en otro lugar con mi mamá
y mi hermana tomándome las manos. El médico se acercó, me dio un beso y me dijo
“ya pasó”.
Yo quedé embarazada a los
23 años y usaba un diafragma, como todas mis amigas. Si aún hoy es conflictivo que un hombre use el preservativo, aduciendo pérdida de placer,
imaginen que hace 20 años, el abuso era
mucho peor. Nosotras nos poníamos el diafragma, y ellos se tranquilizaban.
Yo tenía una mamá, un papá, una hermana, un
trabajo, mis estudios, y conseguí la plata. No tuve que recurrir a una sonda, una aguja de tejer, ni a un sucucho
sórdido sin asepsia.
Yo no deseaba ser madre
forzadamente. No deseaba inscribir mi cuerpo en el orden simbólico de la maternidad
por imposición.
Pasaron muchos años, conocí gente nueva, ideas
nuevas y he cambiado. Pero lo que se mantiene intacto en mí, es que no admito
que nadie se arrogue el derecho de legislar sobre mi deseo. Mías son mis decisiones, míos son mis deseos.
Pero mi cuerpo, está visto, es un
objeto político, sometido a tensiones ajenas a mí. El capitalismo, me pregunto, ¿qué mujer
construye? Las mujeres no somos un frasco para que otros
observen cómo germina en nosotros
la continuidad de un sistema de crimen y exclusión.
Muchas religiones promocionan una vida después de
la muerte, también parecen tener muy en claro qué vida existe antes de la vida.
Yo en cambio me pregunto: ¿qué vida hay durante la vida? ¿Qué mundo reproducimos con nuestros
actos? ¿Un mundo de igualdad, igualdad como punto de partida o como
una promesa a plazo fijo? ¿Qué le damos al mundo?
Acá, por lo que he visto, no se trata de debatir
sobre los límites de la vida y de la muerte, porque entonces tengo una pregunta
para hacerles, sobre todo a aquellos que no han tomado posición: ¿qué significa para ustedes una mujer
muerta? Acá se trata de aborto clandestino o aborto legal. El aborto existe, existió y existirá,
legislen ustedes lo que legislen. Y sepan que si este proyecto fuera
rechazado, llevarán de por vida
sobre sus espaldas las muertas que produzca la industria del aborto clandestino.
Participación de la escritora Claudia Piñeiro en el debate
sobre los proyectos de ley de despenalización y legalización del aborto en el
Congreso, ante los plenarios de las comisiones que deben decidir que el tema
pase a la Cámara de Diputados para su tratamiento efectivo.
Muchas gracias, señoras diputadas y señores
diputados.
¿Por qué estoy acá? Estoy porque soy mujer, porque
soy madre y porque soy escritora. Porque soy mujer y porque soy madre, no lo
voy a explicar. Voy a explicar: porque soy escritora estoy acá.
Algunos dicen que los escritores tenemos ciertas
antenas con las que podemos captar lo que está pasando en una sociedad y,
además, la facilitad de traducirlo a palabras. Si eso es así, quiero que sepan
que acá le vamos a repartir un listado de 200 escritoras argentinas que están a
favor de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. 200 escritoras. Y van
a ser más porque nos vamos a juntar el próximo martes a firmar la misma carta
que firmaron las actrices. Si ustedes en el último año tuvieron la suerte de
leer algún libro escrito por alguna escritora argentina no tengan dudas que esa
escritora esta en ese listado que les vamos a repartir. No se me ocurre alguna
que no esté.
Además de esas antenas, los escritores podemos
pararnos en distintos puntos de vista. ¿Qué es el punto de vista? Es mirar la
sociedad desde la parte que nos toca a cada uno. En este debate estamos viendo
un punto de vista que quiere anular al otro. Los que están a favor de la Ley de
Interrupción Voluntaria del Embarazo no obligan al otro a interrumpir el
embarazo: quieren tener ese derecho. En cambio, los que están en contra de la
ley quieren imponer su punto de vista al otro. Hay una novela de John Irving,
permítanme la digresión, que se llama Los
Príncipes de Maine, Reyes de Nueva
Inglaterra. En esa novela hay un doctor, el doctor Larch, un personaje
extraordinario, porque Irving hace esta novela monumental sabiendo de filosofa,
de ética, de historia, de medicina. El doctor Larch tiene que llevar adelante
un orfanato. En ese orfanato van las mujeres pobres a dejar a sus hijos a
quienes serán dados en adopción, pero un día Larch se da cuenta yendo a comer
con la gente que banca ese orfanato, los que ponen plata, los ricos de Maine,
que le piden detrás de las cortinas si le pueden hacer un aborto a la hija, y a
la prima, y a la tía, y a quien sea. Y Larch dice: “¿Por qué yo tengo que
ayudar a las mujeres pobres a tener un hijo y a ayudar a los ricos a
interrumpir un embarazo?”. Y dice Larch: “Sabés qué: yo voy a ayudar a las
mujeres pobres y las mujeres pobres también van a poder hacer su aborto”. Pero
Irving es tan buen novelista que también pone punto de vista de un niño que fue
dado en adopción y que va quedando en ese orfanato porque nadie lo adopta, que
se llama Homero Wells. Wells crece y se hace muy amigo de Larch, y casi tienen
una relación de padre e hijo. Sin embargo, Larch sigue pensando que tiene el
deber de ayudar a hacer un aborto a las mujeres pobres tal como se lo piden los
ricos que ponen la plata para llevar adelante ese orfanato.
Además del punto de vista, los escritores tenemos algo
que Ivonne Bordelois llama “la conciencia lingüística”, eso quiere decir que
las palabras y el lenguaje construye realidad. Y hay un supermercado gratuito
de palabras de donde agarramos las palabras que se nos ocurren y la usamos. El
problema es cuando alguien nos quiere robar una palabra, dejarnos sin una palabra.
Ahí nos damos cuenta del valor, ahí deja de ser gratuito. Y en este debate
también nos están queriendo robar la palabra. Hay un texto de un autor, Timothy
Shriver, que se llama Sobre la tiranía,
donde advierte determinadas operaciones que se dan en la democracia que
conducen a situaciones cercanas a la tiranía. Una de las cuestiones que
describe es cuando un sector de la sociedad se apropia de un símbolo, signo o
palabra del que excluye al resto de la sociedad. Eso está pasando hoy en la
Argentina con la palabra vida: cada
vez que alguien dice “yo estoy en contra de la ley de Interrupción Voluntaria
del Embarazo porque estoy con la vida”, nos excluye a todos los que no estamos
de acuerdo con eso y que sí queremos una ley que permita la interrupción: me
está excluyendo a mí, a 200 escritoras, a muchas de mis amigas, a muchos de
ustedes.
No permitamos que nos roben la palabra vida. Nosotros también estamos a favor
de la vida. Y hay gente que hace esta exclusión. Fíjense que en Europa no están
en contra de la vida, todos los países europeos tienen ley de aborto. En
Uruguay tienen. En Italia, donde no la pudo votar el Congreso porque la
religión católica tiene un peso muy alto, se llamó a una consulta popular y más
del 50 por ciento votaron a favor de la ley. ¿Quieren decir que no están a
favor de la vida los italianos? ¿Que son asesinos? ¿Que los uruguayos son
asesinos? No, nos están queriendo robar una palabra.
Por eso creo que hay gente que lo hace
inocentemente, ingenuamente, pero no puedo permitir que ustedes, señores
diputados, y que los ministros de este gobierno, o que el señor Presidente,
pequen de ingenuos. Cuando ustedes dicen que no están de acuerdo con una ley de
interrupción del embarazo porque están “de acuerdo con la vida”, están haciendo
una operación del lenguaje para separar a la sociedad y dejarnos afuera. Eso no
lo acepto. Se lo voy a decir al señor Presidente, por el cual tengo una deuda
tremenda por haber abierto este debate, creo que es grandioso y que haya tomado
las banderas de tantos colectivos de mujeres que vienen luchando hace años por
este debate, se lo agradezco, pero le pido algo más: no vuelva a decir que es
por la vida, porque yo también estoy por la vida y defiendo la ley de
Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Les pido: por favor, no nos ofendan más. No nos
discriminen más. Todos estamos a favor de la vida. Ustedes opinan que la ley no
es lo mejor, nosotras opinamos que sí. Pero por la vida estamos todos.
Una referencia literaria más: ustedes habrán
escuchado hablar de los seis grados de separación. Es una teoría que está
tomada de un cuento, de un escritor que bajó con las antenas, y que escribió un
cuento que se llama “Cadenas”, un escritor húngaro que se llama Karinthy. Dice
que si uno empieza a hablar con otra persona, enseguida encuentra una persona
en común, lo que uno dice el mundo es un pañuelo. Pregunten: tienen al lado
sentada en su casa, entre las amigas de sus hijas, mujeres que se hicieron un
aborto. Menos de seis grados de separación.
Y un tema más: abracemos a esas mujeres. Digámosles
que no van a ir presas, que van a poder hacerse un aborto no en condiciones
clandestinas sino con la misma salud que una mujer rica.
Pero ustedes, diputados, que están por votar en
contra, piensen lo siguiente: hace muy poco hubo una ley de matrimonio
igualitario, y si repasan los argumentos en contra de esa ley sentirán
vergüenza. Creo que hay gente que no quiere ni que aparezcan esos argumentos
porque deben sentir una gran vergüenza no solo de lo que votaron, sino de las
barbaridades que dijeron. Barbaridades similares a las que se están escuchando
hoy en día en contra del aborto.
Entonces ustedes, dentro de unos años, van a tener
que mirar a los ojos a sus hijas y a sus nietas, cuando le pregunten: “¿Es
cierto que vos votaste para que una mujer tenga dentro de su cuerpo un embrión?
¿Es cierto que hiciste eso?”. Y ustedes le van a tener que decir que sí. Y los
ojos de esas personas le van a transmitir el horror, la sensación de estar ante
una persona que cometió un acto aberrante, tal vez un delito, ¿porque saben
qué? Cambiaron los tiempos. Las mujeres estamos acá para defender nuestros
derechos y no nos vamos a retirar. Así como nosotras vamos a seguir defendiendo
nuestros derechos, les pedimos a ustedes, por favor, que cumplan con su deber.
Exposición
del Dr. en Derecho Eduardo Sambrizzi el martes 8 de mayo en el plenario de
comisiones de la Cámara de Diputados que debate la legalización del aborto
1
Seguidamente expondré algunas ideas sobre la persona humana, el derecho a la
vida, y el 2 aborto. En primer lugar cabe recordar que de acuerdo al artículo
19 del Código Civil y 3 Comercial la existencia de la persona humana
comienza con la concepción en la que se 4 crea un nuevo ser. Eso mismo acaba de
afirmar la Academia Nacional de Medicina en su 5 reciente declaración del 22 de
marzo último, reiterando de tal manera declaraciones 6 anteriores. Y es precisamente desde
ese momento, de la concepción, que la vida humana 7 merece protección jurídica,
no produciéndose en el embrión, de allí en adelante, ningún 8 cambio ontológico. Cada etapa del
desarrollo del embrión exige la anterior, ya que se 9 trata de la misma realidad, del mismo
ser, que no llegará nunca a ser humano si no lo es 10 ya entonces.
11
También para la constitución nacional la vida humana comienza con la
concepción. En 12 efecto, en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución se
incorporaron a la misma distintas 13 convenciones internacionales, entre otras
la convención sobre los derechos del niño que 14 nuestro país aprobó mediante
la ley 23849 la que formuló una reserva en el sentido de 15 que debe
interpretarse que se entiende por niño todo ser humano desde el momento de 16 su
concepción y hasta los dieciocho años de edad. En el artículo sexto de dicha 17 convención se establece que los
estados partes reconocen que todo niño tiene derecho 18 intrínseco a la vida y que los estados
partes garantizarán en la máxima medida posible la 19 supervivencia y el
desarrollo del niño. Resulta claro por tanto que no se puede sostener 20 que
todo niño tiene derecho a la vida y a la vez afirmar que algunos no tienen ese 21 derecho.
22
Además, en el artículo 75 inciso 23 de la Constitución se establece la
protección del 23 niño desde el
embarazo, de lo que resulta el reconocimiento a la vida desde antes del 24 nacimiento. Por todo lo cual la Corte
Suprema de Justicia sostuvo en el Caso Portal de 25 Belén que el derecho a la
vida es el primer derecho natural de la persona humana, 26 preexistente a toda legislación
positiva y que resulta garantizado por la Constitución 27 Nacional, derecho presente desde el
momento de la concepción, reafirmado con la 28 incorporación de tratados
internacionales con jerarquía constitucional. Eso mismo dijo la 29 Corte en un
fallo posterior, conocido Caso Sánchez.
30
Ahora bien, si para nuestro país se es niño desde la concepción y si como
resulta de la 31 convención sobre los derechos del niño los estados parte,
entre ellos la Argentina, 32 reconocen
que todo niño tiene derecho a la vida, debiendo garantizar ese derecho, la 33 Argentina no puede dictar una ley
permitiendo al aborto.
34
La persona humana tiene una dignidad intrínseca, objetiva, poseída por todos,
que es 35 inherente a su carácter de
persona, lo que le confiere una serie de derechos 36 fundamentales de carácter
inviolable y que no pueden ser impunemente conculcados, 37 entre otros, a que se respete su vida del
comienzo de su existencia. Y ese derecho es 38 patrimonio de todo hombre por el solo
hecho de serlo, por lo que no puede encontrarse a 39 disposición de la
voluntad, mayoritaria o no, de las demás personas.
40
Las personas no tienen distintos grados de dignidad, debiendo recordar que el
artículo 41 cincuenta y uno del Código Civil y Comercial dispone que la persona
humana es 42 inviolable y en
cualquier circunstancia tiene derecho al reconocimiento y respeto de su 43 dignidad.
El abandono del principio de la indisponibilidad de la vida humana podría 44 llevar más tarde o más temprano al
principio opuesto de la disponibilidad absoluta de la 45 misma. Cuando la
libertad suprime la vida es una libertad que se suprime a sí misma. El 46 aborto
no puede nunca celebrar la libertad porque su fin es suprimir la vida. En el
aborto 47 se suprime la libertad del niño que va a nacer.
48
Es usual escuchar como uno de los argumentos a favor del aborto que la mujer
tiene 49 derecho a disponer de su
cuerpo, como si la persona por nacer en cualquier estadio de su 50 desarrollo
en el que se halle fuera una parte de la madre, lo que no es así. El ser que
está 51 en el vientre de la mujer no es una parte de su cuerpo sino un cuerpo
distinto, que tiene 52 una identidad genética propia y que inclusive puede
tener una sangre incompatible con 53 la de su madre. Como dice Julián Marías,
la persona por nacer no es parte del cuerpo de 54 la mujer sino que se
encuentra alojado en el mismo. Además, la mujer no es la única 55 protagonista en el tema del aborto puesto
que también existen al menos otros dos. El 56 padre, cuyo derecho a proteger su
paternidad y la existencia de su hijo no puede ser 57 desconocido y el niño, bajo el plan de
exterminación que se encuentra indefenso, sin 58 voz, y a merced del arbitrio de su madre.
59
Lo cierto es que resulta una sorprendente contradicción el hecho de que no
obstante 60 reconocerse a los
derechos humanos como inherentes a toda persona y previo a toda 61 Constitución y Legislación, y justo en
una época en la que se afirma públicamente el 62 valor de la vida, el derecho a la vida
misma queda prácticamente negado y conculcado, 63 en particular en uno de los
momentos más emblemáticos de la existencia como es en la 64 primera etapa de su
desarrollo. Nunca, escuchen bien, nunca en la historia mundial se 65 cometieron más atentados contra la persona
concebida en el seno materno como el 66 perpetrado en el curso de las últimas
décadas, siendo realmente aterradora la cantidad de 67 víctimas de este nuevo
holocausto. No desconozco, sino por el contrario, las difíciles 68 situaciones en las que pueden encontrarse
muchas mujeres con motivos de su embarazo, 69 con respecto a lo cual debe
actuar el estado. Creo que se deben prevenir los embarazos 70 no deseados y
respetar, ayudar y a las madres que no quieren o no pueden criar a sus 71 hijos; pero ello, aunque ciertamente
relevante, se halla muy alejado de aprobar una 72 legislación que permita matar al ser
humano cuando se halla en el vientre de su madre. 73 Y aunque existiera un
conflicto entre ambos, deben prevalecer los derechos del niño 74 como establece expresamente la
convención sobre los derechos del niño, debiendo en 75 todo caso facilitarse su adopción por
terceras personas. El estado nunca debe 76 involucrarse en la
eliminación de seres humanos inocentes ya que su verdadera 77 obligación es la de garantizar
su supervivencia. Los legisladores deben tener muy 78 presente que las normas que se
sancionen a nivel nacional o provincial que autoricen la 79 muerte provocada de
modo directo de una persona inocente carecen de validez 80 constitucional, lo que as así
mientras no sea reformada la constitución, resultando 81 irrelevante que los afectados tengan
unas horas, unas semanas o tres meses de gestación, 82 pues todas las personas
desde su concepción tienen el mismo derecho a la vida. La 83 aprobación del aborto implica el
desconocimiento de la dignidad que tiene toda persona 84 humana, no pudiendo
haber verdadera democracia si no se reconoce la dignidad de cada 85 persona y
no se respetan sus derechos. Muchas gracias.
Buenas soy de lunes y jueves de 9 a 11 de la mañana. Del aula 913. No pude asistir a la entrega de notas del segundo parcial el día 4/7. Mi DNI es 40670051.
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