miércoles, 8 de mayo de 2019

Corpus para ejercitar análisis según la Lingüística de la enunciación

Hola a todes. Les copio a continuación los 5 textos que componen el corpus que usaremos en clase desde este jueves 9/5 en adelante. Con él trabajaremos las unidades de análisis que propone la Lingüística de la enunciación. Como avisé el lunes, ya está disponible en la fotocopiadora que está entre las aulas 911 y 912. Además, también tienen (tanto en http://semiologia-cbc-distefano.com.ar/biblio_ciudad/2019/cuadernillo2.pdf como en Eudeba) el Cuadernillo 2 para empezar a leer y llevarlo a clase.



Participación del filósofo Darío Sztajnszrajber en el debate sobre los proyectos de ley de despenalización y legalización del aborto en el Congreso, ante los plenarios de las comisiones que deben decidir que el tema pase a la Cámara de Diputados para su tratamiento efectivo.

Cuando estudié filosofía en la Facultad di con un libro de un pensador norteamericano cercano a la tradición liberal llamado John Rawls, un libro denominado Justicia como imparcialidad y el subtítulo decía Política, no metafísica. Siempre me resultó intrigante la segunda palabra del título. ¿Qué significa la expresión política, no metafísica? ¿Y qué significa en relación a la justicia de una sociedad? Significa que para ciertas cuestiones que atañen a la vida social en común, y sobre todo a las inequidades o desigualdades del orden social, no sirve discutir posiciones metafísicas, ya que nunca nos vamos a poner de acuerdo.

¿Qué es una posición metafísica? Metafísica es una palabra que viene del griego y que quiere decir “aquello que está más allá de la física”, o sea de la naturaleza. La metafísica es una concepción de las cosas que excede toda posibilidad de comprobación última, y que por ello termina siempre autojustificándose a sí misma. Por eso nunca podría haber acuerdo entre posturas metafísicas, por ejemplo jamás podría haber acuerdo entre un creyente y un ateo en temas como la existencia de Dios o la existencia del alma o el origen del universo.

Pero para peor, tampoco podría haber acuerdo sobre criterios que posibilitaron un acuerdo. ¿Qué quiero decir? La discusión entre un ateo y un creyendo no se dirime sacándole una fotografía a Dios o llevando a un médico a que revise la espalda de los ángeles. Es clarísimo el ejemplo del juicio de Galileo, cuando el cardenal lo interroga y le saca el telescopio con el que Galileo pretendía probar sus teorías y mirándolo a los ojos y con el telescopio en la mano le dice: “¿Usted me va a decir que hay más verdad en este pedazo de lata que en la palabra de Dios?”. Cómo ponernos de acuerdo si ni siquiera hay acuerdo acerca de lo que es un acuerdo. Hasta incluso me atrevo a decir que hay ciertas posiciones científicas, o más bien cientificistas, que también suponen oculta una metafísica. De hecho la misma experiencia empírica, esto es lo que vemos con nuestros ojos de modo inobjetable, supone confiar, la palabra confianza tiene en su raíz la palabra fe, en la transparencia de los sentidos. ¿Por qué admito en última instancia que lo que veo es lo que veo y que mis ojos acceden a la realidad tal como es? Esta falta de acuerdo se manifiesta en éste debate con la polémica acerca del origen de la vida.

¿Cuándo comienza la vida? ¿Cuándo se trata de una persona? ¿Cuánto abarca la vida? ¿Hay vidas más importantes que otras? Cada posición va construyendo una red de conceptos asociados y siempre termina justificando lo que previamente quería demostrar. No estamos hablando de otra cosa que de la post verdad. Por eso creo que el debate sobre el origen de la vida es un debate que no vale la pena dar. Que no vale la pena priorizar frente a las urgencias que día a día nos depara la existencia social del aborto. Creo que es mejor no discutir metafísica para dirimir cuestiones públicas. Dejemos las discusiones metafísicas, que son buenísimas para nuestra formación existencial, para la  elección que hacemos de nuestra vida privada, para definir con quién queremos forjar amistades, pero para construir el orden social y convivir con la diferencia del otro, hagamos política, saquemos a la verdad de la cuestión pública, pongámosla entre paréntesis. En nombre de la verdad se han cometido los más grandes exterminios de la historia. No pueden convivir nunca la Democracia y los absolutos, no pueden convivir nunca la Democracia y la Verdad.

Es que si hay una verdad y alguien cree poseerla, entonces al otro se lo ningunea, se le quita entidad y automáticamente se lo convierte en un enemigo, en un ignorante o en un asesino. El aborto es una cuestión política. Hablemos de política.

Nuestra sociedad tiene que hacerse cargo de las desigualdades sociales que condenan a muchísimas mujeres en situación de desventaja social a la práctica de abortos en condiciones infrahumanas. Cada mujer que se desangra por falta de acceso exige que el Estado intervenga. Política, no metafísica.

Nuestra sociedad tiene que hacerse cargo de acompañar el proceso de emancipación del cuerpo de la mujer históricamente sojuzgado y naturalizada su expropiación. La naturalización del cuerpo de la mujer como receptáculo reproductor la ha condenado a la desapropiación de su propia autonomía. Una mujer que no decide sobre su cuerpo, es una ciudadana de segunda. Política, no metafísica.

Nuestra sociedad tiene que hacerse cargo de garantizar que cada cual pueda desarrollar en su vida privada la concepción metafísica que desee. Lo único que debe resguardar la ley es que nadie imponga su propia concepción como razón de Estado. Cualquier cosmovisión metafísica puede ser para quien la profese muy beneficiosa en la formación del sentido de las personas, pero se vuelve autoritaria cuando se pretende norma universal.

Si se promulgase esta ley de interrupción voluntaria del embarazo, nadie te va a obligar a vos a que abortes. No sigas vos obligando a muchísimas mujeres a no decidir por sí mismas. Política, no metafísica. El aborto es una cuestión política: hagámonos cargo.



Participación de la historiadora Dora Barrancos en el debate sobre los proyectos de ley de despenalización y legalización del aborto en el Congreso, ante los plenarios de las comisiones que deben decidir que el tema pase a la Cámara de Diputados para su tratamiento efectivo.

Muchísimas gracias por esta oportunidad que es inédita, única e histórica. Quiero reconocer todos los esfuerzos, antecedentes a la Campaña y la Campaña. Como ustedes ven cargo muchísimos años, muchísimas luchas y muchísimas expectativas en este momento histórico en el que por fin nuestro parlamento va a debatir la despenalización y la legalización del aborto.

Tengo vicios de historiadora y por lo tanto quiero comentarles que nuestro país se situó en América Latina como uno de los más aventajados en materia de transición demográfica. La transición demográfica, como sabemos, es un fenómeno que supone una baja de mortalidad de la población y una baja de fecundidad de la población. La Argentina, desde fines del siglo XIX, restringió el número de nacimientos a raíz de procesos de transformación intensos: la inmigración ultramarina, las expectativas de vida de nuestras abuelas, abuelos, bisabuelas y bisabuelos, que emprendieron un nuevo camino en este lugar, y es conocida la restricción de nacimientos que primero tuvieron las españolas y después las italianas.

Ahora bien, es inimaginable el trayecto de la transición demográfica en Argentina (Francia también es un país pionero, sin la intervención, para interrumpir gestaciones). ¿Ustedes se imaginan en 1910, 1920, cuál era la falibilidad de las técnicas anticonceptivas? Quiero recordarles que el más usado de los métodos era el coitus interruptus y que, por lo tanto, esa técnica ha brindado una enorme cantidad de niñas y niños en este país. De modo que es imposible pensar el fenómeno de la transición demográfica sin la intervención de parteras, de obstetras y demás. Yo he trabajado esta cuestión y los invito a nuestras y nuestros representantes a ver inclusive la cierta inocencia con que nuestras obstétricas en 1910, 1920 emitían avisos en los diarios en la que se dice “partera muy especializada Turin, se hacen trab. Esp. y se da pensión”.

Quiero decirles que es, en efecto, clarísimo, que nuestro país ha gozado en sombras de una larga legitimidad del aborto y que contradice esa larga legitimidad social del aborto con las formas de la punición que subsistieron aún con la reforma de 1921. Lo cierto es que más allá del impedimento legal y de las circunstancias, es clarísimo también reconocer en nuestra sociedad una auténtica diferencia de clases que ha dividido a las mujeres, que ha subrayado la tremenda división de clases porque efectivamente para las clases medias, para las mujeres de las clases medias y de las clases más altas de esta sociedad, el aborto se hizo con todas las garantías sanitarias y que para nuestras mujeres de los sectores populares es evidente que existió una forma alarbada, ominosa, de pena de muerte porque han pagado con sus vidas esas decisiones.

Pero quisiera decir que me encuentro entre quienes defienden el aborto legal para afirmar el derecho al disfrute sexual separándolo absolutamente de la reproducción. Es un derecho humano fundamental que tiene que sernos dado a las mujeres. Por lo tanto, yo sostengo que debe dársenos esa prerrogativa para igualar las condiciones del ejercicio de la sexualidad diferencial entre varones y mujeres. El sexo, yo estoy segura de que los varones conocen muy bien, no embaraza a los hombres. A menos, obviamente, que se trate de una modificación anatómica y en el caso de personas transgéneras. Pero el embarazo, cambia de cuajo la vida de cualquier mujer y la cambia desde el momento mismo del intercambio sexual, ya que basta situarse en la experiencia de toda mujer, de cualquier mujer en edad de fecundar para comprender que el coito no puede liberarse de la sombra del embarazo aunque se tomen responsablemente todas las medidas.

Una noción por tanto elemental de soberanía de nuestros cuerpos impone que los Estados modernos avancen en esta legalización. Yo quisiera decirles finalmente que insisto en sostener el aborto, su despenalización, como una contribución fundamental entonces para la vida de las menos protegidas, de las excluidas, pero lo hago igual enfáticamente en nombre de nuestros derechos fundamentales.

El embarazo es generalmente una contingencia, no puede convertirse en una fatalidad por lo tanto insto a todas y todos nuestros representantes a pensar, a reflexionar, a cambiar de opinión a la luz de todo lo que hemos dicho. Felicito a los varones que estuvieron en este momento; una ruptura extraordinaria de las fauces del patriarcado acabamos de ver. Y creo entonces, para terminar, que ustedes con ese voto, legalizando y despenalizando el aborto, van a aumentar extraordinariamente, entonces sí, la vida digna de ser vivida de las mujeres y van a incrementar esencialmente con este nuevo derecho una vida mucho más justa, más equitativa y más democrática.




 Participación de la actriz Muriel Santa Ana en el debate sobre los proyectos de ley de despenalización y legalización del aborto en el Congreso, ante los plenarios de las comisiones que deben decidir que el tema pase a la Cámara de Diputados para su tratamiento efectivo.

Una semana antes del 4 de abril de 1992 fui al consultorio privado de un médico conocido por ser el jefe de obstetricia de un reconocido hospital público. Él me dio las recomendaciones y yo le di la plata. Una semana más tarde fui con mi mamá y mi hermana a su departamento de Santa Fe y Azcuénaga, donde realizaba las intervenciones. Era interno, totalmente oscuro, nos sentamos a esperar en el living mi mamá, mi hermana y yo. Al rato salió una chica de unos 15 años con su mamá. Luego, una mujer con un ambo verde apareció y dijo mi nombre. Me despedí de mi mamá y mi hermana. […]

Me prepararon en una habitación que al mismo tiempo contenía otra puerta que comunicaba con el quirófano. El quirófano era la cocina, esas cocinas grandes de los departamentos de antaño. Lo único que había en el espacio era una camilla ginecológica. “Esto va a ser muy rápido, quedate tranquila”, me dijo el médico. Aparecí al rato en otro lugar con mi mamá y mi hermana tomándome las manos. El médico se acercó, me dio un beso y me dijo “ya pasó”.

Yo quedé embarazada a los 23 años y usaba un diafragma, como todas mis amigas. Si aún hoy es conflictivo que un hombre use el preservativo, aduciendo pérdida de placer, imaginen que hace 20 años, el abuso era mucho peor. Nosotras nos poníamos el diafragma, y ellos se tranquilizaban.

Yo tenía una mamá, un papá, una hermana, un trabajo, mis estudios, y conseguí la plata. No tuve que recurrir a una sonda, una aguja de tejer, ni a un sucucho sórdido sin asepsia.
Yo no deseaba ser madre forzadamente. No deseaba inscribir mi cuerpo en el orden simbólico de la maternidad por imposición.

Pasaron muchos años, conocí gente nueva, ideas nuevas y he cambiado. Pero lo que se mantiene intacto en mí, es que no admito que nadie se arrogue el derecho de legislar sobre mi deseo. Mías son mis decisiones, míos son mis deseos. Pero mi cuerpo, está visto, es un objeto político, sometido a tensiones ajenas a mí. El capitalismo, me pregunto, ¿qué mujer construye? Las mujeres no somos un frasco para que otros observen cómo germina en nosotros la continuidad de un sistema de crimen y exclusión.

Muchas religiones promocionan una vida después de la muerte, también parecen tener muy en claro qué vida existe antes de la vida. Yo en cambio me pregunto: ¿qué vida hay durante la vida? ¿Qué mundo reproducimos con nuestros actos? ¿Un mundo de igualdad, igualdad como punto de partida o como una promesa a plazo fijo? ¿Qué le damos al mundo?

Acá, por lo que he visto, no se trata de debatir sobre los límites de la vida y de la muerte, porque entonces tengo una pregunta para hacerles, sobre todo a aquellos que no han tomado posición: ¿qué significa para ustedes una mujer muerta? Acá se trata de aborto clandestino o aborto legal. El aborto existe, existió y existirá, legislen ustedes lo que legislen. Y sepan que si este proyecto fuera rechazado, llevarán de por vida sobre sus espaldas las muertas que produzca la industria del aborto clandestino.



Participación de la escritora Claudia Piñeiro en el debate sobre los proyectos de ley de despenalización y legalización del aborto en el Congreso, ante los plenarios de las comisiones que deben decidir que el tema pase a la Cámara de Diputados para su tratamiento efectivo.

Muchas gracias, señoras diputadas y señores diputados.
¿Por qué estoy acá? Estoy porque soy mujer, porque soy madre y porque soy escritora. Porque soy mujer y porque soy madre, no lo voy a explicar. Voy a explicar: porque soy escritora estoy acá.

Algunos dicen que los escritores tenemos ciertas antenas con las que podemos captar lo que está pasando en una sociedad y, además, la facilitad de traducirlo a palabras. Si eso es así, quiero que sepan que acá le vamos a repartir un listado de 200 escritoras argentinas que están a favor de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. 200 escritoras. Y van a ser más porque nos vamos a juntar el próximo martes a firmar la misma carta que firmaron las actrices. Si ustedes en el último año tuvieron la suerte de leer algún libro escrito por alguna escritora argentina no tengan dudas que esa escritora esta en ese listado que les vamos a repartir. No se me ocurre alguna que no esté.

Además de esas antenas, los escritores podemos pararnos en distintos puntos de vista. ¿Qué es el punto de vista? Es mirar la sociedad desde la parte que nos toca a cada uno. En este debate estamos viendo un punto de vista que quiere anular al otro. Los que están a favor de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo no obligan al otro a interrumpir el embarazo: quieren tener ese derecho. En cambio, los que están en contra de la ley quieren imponer su punto de vista al otro. Hay una novela de John Irving, permítanme la digresión, que se llama Los Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra. En esa novela hay un doctor, el doctor Larch, un personaje extraordinario, porque Irving hace esta novela monumental sabiendo de filosofa, de ética, de historia, de medicina. El doctor Larch tiene que llevar adelante un orfanato. En ese orfanato van las mujeres pobres a dejar a sus hijos a quienes serán dados en adopción, pero un día Larch se da cuenta yendo a comer con la gente que banca ese orfanato, los que ponen plata, los ricos de Maine, que le piden detrás de las cortinas si le pueden hacer un aborto a la hija, y a la prima, y a la tía, y a quien sea. Y Larch dice: “¿Por qué yo tengo que ayudar a las mujeres pobres a tener un hijo y a ayudar a los ricos a interrumpir un embarazo?”. Y dice Larch: “Sabés qué: yo voy a ayudar a las mujeres pobres y las mujeres pobres también van a poder hacer su aborto”. Pero Irving es tan buen novelista que también pone punto de vista de un niño que fue dado en adopción y que va quedando en ese orfanato porque nadie lo adopta, que se llama Homero Wells. Wells crece y se hace muy amigo de Larch, y casi tienen una relación de padre e hijo. Sin embargo, Larch sigue pensando que tiene el deber de ayudar a hacer un aborto a las mujeres pobres tal como se lo piden los ricos que ponen la plata para llevar adelante ese orfanato.

Además del punto de vista, los escritores tenemos algo que Ivonne Bordelois llama “la conciencia lingüística”, eso quiere decir que las palabras y el lenguaje construye realidad. Y hay un supermercado gratuito de palabras de donde agarramos las palabras que se nos ocurren y la usamos. El problema es cuando alguien nos quiere robar una palabra, dejarnos sin una palabra. Ahí nos damos cuenta del valor, ahí deja de ser gratuito. Y en este debate también nos están queriendo robar la palabra. Hay un texto de un autor, Timothy Shriver, que se llama Sobre la tiranía, donde advierte determinadas operaciones que se dan en la democracia que conducen a situaciones cercanas a la tiranía. Una de las cuestiones que describe es cuando un sector de la sociedad se apropia de un símbolo, signo o palabra del que excluye al resto de la sociedad. Eso está pasando hoy en la Argentina con la palabra vida: cada vez que alguien dice “yo estoy en contra de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo porque estoy con la vida”, nos excluye a todos los que no estamos de acuerdo con eso y que sí queremos una ley que permita la interrupción: me está excluyendo a mí, a 200 escritoras, a muchas de mis amigas, a muchos de ustedes.

No permitamos que nos roben la palabra vida. Nosotros también estamos a favor de la vida. Y hay gente que hace esta exclusión. Fíjense que en Europa no están en contra de la vida, todos los países europeos tienen ley de aborto. En Uruguay tienen. En Italia, donde no la pudo votar el Congreso porque la religión católica tiene un peso muy alto, se llamó a una consulta popular y más del 50 por ciento votaron a favor de la ley. ¿Quieren decir que no están a favor de la vida los italianos? ¿Que son asesinos? ¿Que los uruguayos son asesinos? No, nos están queriendo robar una palabra.

Por eso creo que hay gente que lo hace inocentemente, ingenuamente, pero no puedo permitir que ustedes, señores diputados, y que los ministros de este gobierno, o que el señor Presidente, pequen de ingenuos. Cuando ustedes dicen que no están de acuerdo con una ley de interrupción del embarazo porque están “de acuerdo con la vida”, están haciendo una operación del lenguaje para separar a la sociedad y dejarnos afuera. Eso no lo acepto. Se lo voy a decir al señor Presidente, por el cual tengo una deuda tremenda por haber abierto este debate, creo que es grandioso y que haya tomado las banderas de tantos colectivos de mujeres que vienen luchando hace años por este debate, se lo agradezco, pero le pido algo más: no vuelva a decir que es por la vida, porque yo también estoy por la vida y defiendo la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

Les pido: por favor, no nos ofendan más. No nos discriminen más. Todos estamos a favor de la vida. Ustedes opinan que la ley no es lo mejor, nosotras opinamos que sí. Pero por la vida estamos todos.
Una referencia literaria más: ustedes habrán escuchado hablar de los seis grados de separación. Es una teoría que está tomada de un cuento, de un escritor que bajó con las antenas, y que escribió un cuento que se llama “Cadenas”, un escritor húngaro que se llama Karinthy. Dice que si uno empieza a hablar con otra persona, enseguida encuentra una persona en común, lo que uno dice el mundo es un pañuelo. Pregunten: tienen al lado sentada en su casa, entre las amigas de sus hijas, mujeres que se hicieron un aborto. Menos de seis grados de separación.
Y un tema más: abracemos a esas mujeres. Digámosles que no van a ir presas, que van a poder hacerse un aborto no en condiciones clandestinas sino con la misma salud que una mujer rica.
Pero ustedes, diputados, que están por votar en contra, piensen lo siguiente: hace muy poco hubo una ley de matrimonio igualitario, y si repasan los argumentos en contra de esa ley sentirán vergüenza. Creo que hay gente que no quiere ni que aparezcan esos argumentos porque deben sentir una gran vergüenza no solo de lo que votaron, sino de las barbaridades que dijeron. Barbaridades similares a las que se están escuchando hoy en día en contra del aborto.

Entonces ustedes, dentro de unos años, van a tener que mirar a los ojos a sus hijas y a sus nietas, cuando le pregunten: “¿Es cierto que vos votaste para que una mujer tenga dentro de su cuerpo un embrión? ¿Es cierto que hiciste eso?”. Y ustedes le van a tener que decir que sí. Y los ojos de esas personas le van a transmitir el horror, la sensación de estar ante una persona que cometió un acto aberrante, tal vez un delito, ¿porque saben qué? Cambiaron los tiempos. Las mujeres estamos acá para defender nuestros derechos y no nos vamos a retirar. Así como nosotras vamos a seguir defendiendo nuestros derechos, les pedimos a ustedes, por favor, que cumplan con su deber.


Exposición del Dr. en Derecho Eduardo Sambrizzi el martes 8 de mayo en el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados que debate la legalización del aborto

1 Seguidamente expondré algunas ideas sobre la persona humana, el derecho a la vida, y el 2 aborto. En primer lugar cabe recordar que de acuerdo al artículo 19 del Código Civil y     3 Comercial la existencia de la persona humana comienza con la concepción en la que se    4 crea un nuevo ser. Eso mismo acaba de afirmar la Academia Nacional de Medicina en su 5 reciente declaración del 22 de marzo último, reiterando de tal manera declaraciones          6 anteriores. Y es precisamente desde ese momento, de la concepción, que la vida humana 7 merece protección jurídica, no produciéndose en el embrión, de allí en adelante, ningún    8 cambio ontológico. Cada etapa del desarrollo del embrión exige la anterior, ya que se      9 trata de la misma realidad, del mismo ser, que no llegará nunca a ser humano si no lo es 10 ya entonces.
11 También para la constitución nacional la vida humana comienza con la concepción. En 12 efecto, en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución se incorporaron a la misma distintas 13 convenciones internacionales, entre otras la convención sobre los derechos del niño que 14 nuestro país aprobó mediante la ley 23849 la que formuló una reserva en el sentido de 15 que debe interpretarse que se entiende por niño todo ser humano desde el momento de 16 su concepción y hasta los dieciocho años de edad. En el artículo sexto de dicha             17 convención se establece que los estados partes reconocen que todo niño tiene derecho   18 intrínseco a la vida y que los estados partes garantizarán en la máxima medida posible la 19 supervivencia y el desarrollo del niño. Resulta claro por tanto que no se puede sostener 20 que todo niño tiene derecho a la vida y a la vez afirmar que algunos no tienen ese          21 derecho.
22 Además, en el artículo 75 inciso 23 de la Constitución se establece la protección del     23 niño desde el embarazo, de lo que resulta el reconocimiento a la vida desde antes del    24 nacimiento. Por todo lo cual la Corte Suprema de Justicia sostuvo en el Caso Portal de 25 Belén que el derecho a la vida es el primer derecho natural de la persona humana,         26 preexistente a toda legislación positiva y que resulta garantizado por la Constitución     27 Nacional, derecho presente desde el momento de la concepción, reafirmado con la        28 incorporación de tratados internacionales con jerarquía constitucional. Eso mismo dijo la 29 Corte en un fallo posterior, conocido Caso Sánchez.
30 Ahora bien, si para nuestro país se es niño desde la concepción y si como resulta de la 31 convención sobre los derechos del niño los estados parte, entre ellos la Argentina,        32 reconocen que todo niño tiene derecho a la vida, debiendo garantizar ese derecho, la     33 Argentina no puede dictar una ley permitiendo al aborto.

34 La persona humana tiene una dignidad intrínseca, objetiva, poseída por todos, que es    35 inherente a su carácter de persona, lo que le confiere una serie de derechos                    36 fundamentales de carácter inviolable y que no pueden ser impunemente conculcados,    37 entre otros, a que se respete su vida del comienzo de su existencia. Y ese derecho es     38 patrimonio de todo hombre por el solo hecho de serlo, por lo que no puede encontrarse a 39 disposición de la voluntad, mayoritaria o no, de las demás personas.
40 Las personas no tienen distintos grados de dignidad, debiendo recordar que el artículo 41 cincuenta y uno del Código Civil y Comercial dispone que la persona humana es           42 inviolable y en cualquier circunstancia tiene derecho al reconocimiento y respeto de su 43 dignidad. El abandono del principio de la indisponibilidad de la vida humana podría     44 llevar más tarde o más temprano al principio opuesto de la disponibilidad absoluta de la 45 misma. Cuando la libertad suprime la vida es una libertad que se suprime a sí misma. El 46 aborto no puede nunca celebrar la libertad porque su fin es suprimir la vida. En el aborto 47 se suprime la libertad del niño que va a nacer.
48 Es usual escuchar como uno de los argumentos a favor del aborto que la mujer tiene     49 derecho a disponer de su cuerpo, como si la persona por nacer en cualquier estadio de su 50 desarrollo en el que se halle fuera una parte de la madre, lo que no es así. El ser que está 51 en el vientre de la mujer no es una parte de su cuerpo sino un cuerpo distinto, que tiene 52 una identidad genética propia y que inclusive puede tener una sangre incompatible con 53 la de su madre. Como dice Julián Marías, la persona por nacer no es parte del cuerpo de 54 la mujer sino que se encuentra alojado en el mismo. Además, la mujer no es la única    55 protagonista en el tema del aborto puesto que también existen al menos otros dos. El    56 padre, cuyo derecho a proteger su paternidad y la existencia de su hijo no puede ser     57 desconocido y el niño, bajo el plan de exterminación que se encuentra indefenso, sin    58 voz, y a merced del arbitrio de su madre.
59 Lo cierto es que resulta una sorprendente contradicción el hecho de que no obstante      60 reconocerse a los derechos humanos como inherentes a toda persona y previo a toda     61 Constitución y Legislación, y justo en una época en la que se afirma públicamente el    62 valor de la vida, el derecho a la vida misma queda prácticamente negado y conculcado, 63 en particular en uno de los momentos más emblemáticos de la existencia como es en la 64 primera etapa de su desarrollo. Nunca, escuchen bien, nunca en la historia mundial se  65 cometieron más atentados contra la persona concebida en el seno materno como el       66 perpetrado en el curso de las últimas décadas, siendo realmente aterradora la cantidad de 67 víctimas de este nuevo holocausto. No desconozco, sino por el contrario, las difíciles   68 situaciones en las que pueden encontrarse muchas mujeres con motivos de su embarazo, 69 con respecto a lo cual debe actuar el estado. Creo que se deben prevenir los embarazos 70 no deseados y respetar, ayudar y a las madres que no quieren o no pueden criar a sus     71 hijos; pero ello, aunque ciertamente relevante, se halla muy alejado de aprobar una      72 legislación que permita matar al ser humano cuando se halla en el vientre de su madre. 73 Y aunque existiera un conflicto entre ambos, deben prevalecer los derechos del niño     74 como establece expresamente la convención sobre los derechos del niño, debiendo en  75 todo caso facilitarse su adopción por terceras personas.  El estado nunca debe                76 involucrarse en la eliminación de seres humanos inocentes ya que su verdadera             77 obligación es la de garantizar su supervivencia. Los legisladores deben tener muy         78 presente que las normas que se sancionen a nivel nacional o provincial que autoricen la 79 muerte provocada de modo directo de una persona inocente carecen de validez              80 constitucional, lo que as así mientras no sea reformada la constitución, resultando         81 irrelevante que los afectados tengan unas horas, unas semanas o tres meses de gestación, 82 pues todas las personas desde su concepción tienen el mismo derecho a la vida.  La       83 aprobación del aborto implica el desconocimiento de la dignidad que tiene toda persona 84 humana, no pudiendo haber verdadera democracia si no se reconoce la dignidad de cada 85 persona y no se respetan sus derechos. Muchas gracias.


1 comentario:

  1. Buenas soy de lunes y jueves de 9 a 11 de la mañana. Del aula 913. No pude asistir a la entrega de notas del segundo parcial el día 4/7. Mi DNI es 40670051.

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